viernes, 30 de diciembre de 2011

Mala Muerte

A Armando Lira

Doblo tu recuerdo y lo guardo en el bolsillo.
Entro al bar de siempre,
mientras la tarde dice sus últimas palabras.
La noche se me echa encima
y me arranco las costras del olvido.
Pido una cerveza, le doy un trago.
Recuerdo el sabor de tus labios.

Es tonto andar vestido de cadáver cada noche
y despertar con una muerte en cada oreja
sobre ésa lápida sin sábanas ni adjetivos,
entre las costillas de un colchón desahuciado.

Hoy padezco uno de esos días
en los que la tristeza se posa en mi hombro
como un ave de malagüero,
en éste bar de mala muerte,
sobre mi mala vida
y sus malos ratos.

Miro a mi alrededor:
La taberna está llena de parias y descarnados.
¡Sí! ¡Descarnados!
¡Eso es lo que son!
¡Un bodrio tristísimo y miserable
de gente sin alma ni carne!

Robo el último suspiro a mi cerveza.
Pido una más.
Espero que ésta no esté tan amarga.

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