Moriría cada quince segundos si fuera necesario
incrustando mis dientes en tus omóplatos,
los mordería hasta hacerlos polvo cósmico
y lo arrojaría al vacío, donde nadie escuche tu gemir.
Lamería las constelaciones que forman tus lunares de Norte a Sur
[porque en tu Universo no hay Norte ni Sur]
como perdido en un laberinto de estrellas
y salpicaduras de mi Vía Láctea.
Conquistaría las galaxias de tu pubis
y allanaría con mis dedos tus hoyos negros
[devoradores de planetas y nebulosas].
Arrojaría tu desnudez/Cosmos a la gravedad cero
y flotarías sin rumbo fijo sobre mi esqueleto danzante
de Infinito y eclipses de ojos turbios y labios siderales
y en la nada [que es oscura y de piel/sábanas]
nuestros Cuerpos Celestes se fundirían dando pie
a doscientos treinta y tantos Big Bangs/Orgasmos
y se crearían microuniversos, microinfinitos, microplanetas/esperma
bañando el éter de ti y de mí sin sombra.
Sería atado de los nudillos a tu satélite/ombligo
por un anillo de aerolitos que brotaría de mi lengua
y recorría Andrómeda de pies a cabeza.
Me llenaría la boca de tus asteroides,
porque tus asteroides tienen forma de pezones y son salados,
y cantaría canciones astrales cuando entre tus piernas
deje una estela blanca y lechosa
mi cometa.
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