domingo, 2 de octubre de 2011

Y por si fuera poco...

Por si fuera poco,
tengo la mala costumbre de sentarme todas las tardes en la terraza
para platicar con tu fantasma y beber vino tinto,
cortarme las venas para regar tus plantas,
arrancar almendras del árbol y arrojárselas a las ardillas,
-porque siempre he odiado a las ardillas, y a las palomas, y a los colibríes-.

A veces me olvido de Dios,
me acuerdo de él cada Miércoles de Ceniza.
Bajo a la plaza,
donde los ancianos bailan danzones con la Muerte
y los marimberos tocan una miseria por cada acorde.

Cada tarde parece una fotografía en las cenizas de un fénix,
por eso descuelgo el teléfono
y pongo en el fonógrafo un vinilo de tangos malditos
y comienzo a bailar con la calavera de tu recuerdo
en el corredor de esta vieja casa.

Los ventanales dejan que el ocaso se vierta sobre nosotros;
la hojarasca se enreda en el viento,
como cuando mi madre decía que el Diablo pasaba.
Bailo, bailo, bailo y río a carcajadas hasta asfixiarme de sueño.
Y por si fuera poco,
la aurora tiene la mala costumbre de hallarme dormido y desnudo,
tumbado en la terraza.

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