Ella hace gárgaras con mis ganas y me escupe sin piedad en el suelo,
patea mi estómago con sus ojos y muerde mi corazón con sus dientes/navajas,
su sonrisa se tatúa con la tinta de su malicia en mi pecho,
cose mi boca con sus labios y me seduce arrojando flores sobre mi pelvis.
Ella hace de la tarde un pentagrama y me enreda entre sus notas,
me llama por un nombre que no es el mío y beso sus pezones,
le gusta mirarme todas las madrugadas agonizar en su falda,
se enreda como un gato en mis tobillos y los muerde de hambre,
arroja a su cama su cuerpo en puro espíritu y me invita a derretirme encima de sí.
Ella me niega el paraíso y le gusta dormirme en su garganta,
me mece de aquí para allá, como a una luna creciente,
desciende hasta el jardín de mis delirios y cosecha mis muertos,
no entiende de palabras, sólo alimenta sus pupilas,
se muerde los labios, se ríe en mi cara, me incita a la Muerte,
me prepara un té de hiedra venenosa y se sienta, de piernas cruzadas,
a verme morir.
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