Bocado de Venus,
pétalo de Luna en llamas
enredándose en mi lengua,
ceniza roja sobre mi tibia,
cuelgas sobre mi sonrisa
tu rosario de suicidios
y abres la boca
como un hermoso pez
de piernas largas,
de ojos negros,
de bella herida
debajo de la falda,
y me tragas.
Bocado de sal
me postro ante tu flor,
te ofrendo mis manos
y el Calvario de mi pecho.
Tengo un páramo sobre las rodillas
y una lengua, húmeda y tersa
que cada noche pregunta por tu espalda,
por tus omoplatos,
por tus senos,
por tu salitrera profunda
donde alguna vez extravié la escafandra.
¡Despierta!
Tengo aquí una lengua húmeda
ansiosa por descubrir
la distancia entre pezón y pezón,
de tu ombligo a tu sexo,
de tu boca a mi boca.
Bocado de noche,
húndeme entre tus mares,
revuélcame en tu marea,
arrástrame hasta tus costas,
entiérrame entre tus dientes
déjame mirarte en silencio,
como los peces.
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