Odio los lunes,
porque los lunes me mastican la resaca.
Los lunes las putas duermen hasta mediodía y van al cine,
mientras yo,
con los ojos ajados y el aliento de cadáver,
arrastro mi esqueleto hasta el trabajo,
con veintitrés años acuestas, en los hombros,
y el hígado cociéndose ahí dentro.
Odio los lunes
porque me llenan las botas de plomo y me golpean la cara.
Odio los lunes porque no se llaman viernes,
porque no debo beber cerveza, ni vodka, ni whisky,
porque los lunes no se debe beber cerveza,
mucho menos vodka o whisky.
Odio los lunes porque no tengo dinero en lunes,
odio los lunes porque no respondes las llamadas,
porque los lunes, los ojos del mundo se centran en la economía mundial,
los lunes son para la física y la química,
para la gramática,
para la poesía,
para la sintaxis,
para la dislexia,
para la atómica,
para la estadística,
para todo, menos para mí.
Odio los lunes,
sobre todo,
en martes.
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