Vienes hasta aquí a despertar al Centauro,
a pedir que te monte,
a ofrecer tu caverna deshabitada
para que more en ella.
Llegas tan sirena,
tan mojada
y ofrendas tu cuerpo al animal,
al minusválido,
para que te inmole,
para calmar tu apetito
y saciar tu sed
en sed ajena.
Invocas al demonio,
ávida de pecado,
aburrida de ser ángel,
cansada de desplumarte sola
y rasgas tus vestidos
pides que te rompa,
que viole lo inmaculado,
enardeces a Cerbero
y desatas su iracunda concupiscencia
pues no quieres morir sola
eres carne de suicidio,
quieres enterrarte en su libídine salvajemente,
sonreírle al Cielo,
que arda en tu Infierno,
no entender de cordura ni de besos,
sólo quieres un trozo de amor
entre las piernas.
Sólo un trozo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario